Entre los discos que considero que merece la pena recordar en dos mil ocho está bien alto el de Miqui Puig, y me consta que a más de una le ha chirriado la elección. Voy a explicarme, y ahí abajo os dejo el link, a ver si nos ponemos de acuerdo.
Primero, el músico. Miqui Puig es un tío impecable: fue mod en los ochenta barceloneses, despuntando con Aullidos en el Garaje cuando Felipe Fresón era joven y Brighton 64 la esperanza de la juventud mod, pasó los difíciles noventa con bastante dignidad y un puñado de buenas canciones en Los Sencilos -a pesar de algún ridículo por culpa del house, pero es que aquella década era traicionera- y llegó a 2004 con un discazo llamado Casualidades.
Sobre todo, sus canciones. Impar es una continuación de Casualidades, una segunda entrega de grandes piezas de pop, de ese que está sobrecargado de arreglos y producción, con guitarras que van directas al estómago, secciones rítmicas para ejercitar el juego tobillo-talón, trompetas para mover cuello y hombros, estribillos que rasgan gargantas y coros lalaló de los que hinchan los pulmones. De ese pop clásico, integral y atemporal, de luces de neón y escenarios bien iluminados.
Por Impar pasan historias cotidianas de amor y mareos, de lo tuyo y de lo mío, vamos, de lo de siempre, con atrezzos de lujo: anarquistas en parka, cosas que hacen ¡bum!, chicas con faldas tablilladas, vino y café, tiendas de discos que son ángeles de la guarda, Sinatra, polvos de talco... Y, sobre todo, pasa el buen gusto, el enorme gusto, de un coleccionista de discos que atesora vinilos de la Motown, de Style Council, los Dexys, las Ronettes, Jobim, Sly & The Family Stone, de Phil Spector, The Orange Juice, y qué sé yo. Saque las referencias que saque, a todas les funciona "exquisito" como adjetivo.
Y luego está el personaje. Que el autor de este disco viva en el mismo cuerpo que ese gilipollas tocapelotas que sale en horribles programas de tele no ayuda mucho a que caiga bien y le tomemos en serio. Pero lo que tiene que valer para juzgarle son las cosas de los párrafos anteriores, porque en el mundo real cada cual se gana la vida como más le cunde... y yo sé de uno que fabricaba bollería industrial, o de una que vendía discos de Najwa Nimri, y nadie les decía nada.
Impar de Miqui Puig (LAV / Pias, 2008).
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