Este blog nunca se ha caracterizado por estar al filo de la noticia, pero publicar la reseña de un concierto tres meses y medio después de que sucediera parece a todas luces excesivo. Sin embargo, para mí tiene sentido porque esta semana cierro un ciclo que empezó aquel día: me emborraché de Mahou y me provocó la reacción alérgica acostumbrada, que es pensar "coño, me voy a venir a vivir a Madriz", pero por una vez la alergia no remitió con la resaca y resulta que desde esta semana vivo en Madriz. Así que desempolvo y afino el borrador que he tenido guardado todos estos meses, para que quede constancia de que esa noche existió, que yo estuve allí y que ahora estoy aquí.
Ir a aquel concierto, un jueves, con entrada cara en una sala fea y, sobre todo, con el unánimemente desastroso precedente de Dan Treacy en la ciudad (no recuerdo ningún concierto en el que la crítica haya estado tan destructivamente de acuerdo) nunca pareció una buena idea. Pero tengo una frase de aquella noche marcada: D. dijo algo así como que hay que ir a los conciertos de Dan Treacy porque a él le debemos nuestra educación emocional. Y en esas estábamos, un puñado no demasiado numeroso de fans incondicionales con pocas pretensiones, sabiendo que con que nos tocara alguno de los hits ya podíamos irnos contentas a casa...
... cuando de repente Dan Treacy, acompañado de tres músicos-asistentes que le reían las gracias y le contenían las desgracias, nos regaló un grandes éxitos: I Was a Mod Before You Was a Mod, Salvador Dali's Garden Party, Part Time Punks, A Picture of Dorian Grey, Where's Bill Grundy Now?, Silly Girl, You're My Yoko, Jackanory Stories... una tras otra, cayeron todas las míticas. Excepto I Know Where Syd Barret Lives, que como él dijo ya no tiene puto sentido porque todo el mundo sabe donde está ahora: hecho ceniza en una jarra más pequeña que el mini de cerveza que se estaba bebiendo.
Porque evidentemente el señor Treacy no paraba de beber minis de cerveza, incluso secuestró uno que le trajo un entregado fan que pensó iluso que podría entablar una relación en plan "tronco pásamela" con él, y decir borderías al público. Mucho "callaos de una puta vez, estoy tratando de concentrarme", pero se le llegó a escapar un entrañable "me jode decir esto, pero estoy bien aquí". De hecho no podía disimularlo, hasta el punto de que ante la insistencia de los que coreaban la pegajosa melodía de "she can doo maaaagic" se esforzó por regalarles una tierna interpretación improvisada de She Can Stop Traffic.
Recuerdo flipar con una versión del Makin' Time de Creation especialmente ruidosa, densa y lisérgica... puedo suponer a qué se refiere quien dice que los TV Personalities son un coñazo en directo, porque los desarrollos instrumentales podrían haber bordeado el límite de lo plomizo, pero no lo hicieron: aquello era maquinaria lo-fi, y eso en un grupo con treinta años de carrera a sus espaldas es muy de agradecer. Puro y sincero, como la verborrea y el posterior dolor de cabeza que da toda la cerveza que el señor Treacy se estaba bebiendo.
Obviemos el hecho de que mientras cantaba Games For Boys, una letra sobre imposición de identidades de género, estuviera tonteando con la mayor fan de la primera fila (que acabó abrumada y avergonzada) y no analicemos por qué la tomó con ella mientras despreciaba al resto de fanes emocionados, casualmente todos hombres. Que no, que no voy a dejar que me caiga mal y me quedo con ese There's No Beautiful Way Of Saying Goodbye en el que parecía un chaval de catorce años despidiéndose el último día de campamento. Aún borde, tocapelotas y reivindicando que deberíamos adorarle sin esperar a estas alturas nada a cambio ("eh, yo he estado mal, ¿no léeis internet?"), en aquel rato final en el que se empeñó en cantar el bis que le pedíamos -Painting By Numbers-, aunque fuera a capella porque los músicos ya estaban recogiendo, realmente parecía que estaba dispuesto a partirse la cara por nosotras, sus fans. Y eso, en un grupo que blablá, es inaudito, plausibilísimo, fetén.
Ahora bien, que una reseña sobre un concierto acabe siendo una crónica sobre los estados de ánimo y los desaires de su intérprete protagonista puede que no sea buena señal. O simplemente indica que hay tanto tanto escrito sobre los TV Personalities que sólo me apetece quedarme en lo anécdotico, en lo que hizo de aquella noche algo especial en serio, y dejo aquí el recopilatorio para quien -por algún extraño motivo que no alcanzo a comprender- no haya descubierto aún a uno de los grupos más molones del mundo. Y que esta reseña quede así, en caliente, deslavazada y mal rematada, como las tres latas de Mahou que me acabo de beber, huyendo de los malos por las aceras de Malasaña. Cervezas puras, lo-fi, sinceras: rodaje emocional para 'part time punks'.
Part Time Punks: The Very Best Of... de TV Personalities (Cherry Red, 1999). Descargar