póngamonos en la situación de la tarde del sábado pasado: un tren de cercanías lleno de canis y gente en chándal (jugaba el betis), cruzar lugares profundos con nombres tan chinarros como cantalgallo, mucho frío y mucha lluvía y un pueblo oscuro con calles poco transitadas que poco se parecían al mapa que había consultado un rato antes por internet. pero al llegar al bar latino, una escena que se construye por oposición.
porque cuando te estás tomando una cerveza mientras suena una canción de jens lekman y ves a alasdair mclean subirse a un escenario minúsculo para tocarse unos temitas con la misma cercanía y pretensión de intranscendencia con la que se coge una guitarra a la hora de la siesta los domingos, tienes claro que merecía la pena el viaje y que algo memorable va a pasar. luego, que alasdair no tenga presencia ni carisma suficiente para justificar una presentación tan austera no importa demasiado: el concierto dura unos veintipico minutos, tiempo justo para reconocer un par de canciones de esas que, grabadas y arregladas como the clientele, hacen encoger el corazón y para dejarse convencer con alguna versión de arthur lee.
y entonces llegan mark y lupe, es decir, pipas, y comienza uno de los conciertos más encantadores que puedes recordar. menos de una hora para desgranar una trayectoria hecha a base de canciones tímidas, pequeñas joyas pop que van instalándose en la lista de clásicos personales (barbapapa, what nobodys does o riff raff) y para dejar claro que lo suyo no es el virtuosismo instrumental... ni falta que les hace. porque de lo que iba a la cosa era de disfrutar como enanos, de ser tontamente felices durante aquel ratito y transmitirle ese estado de ánimo a toda la audiencia.
clara y yo estuvimos discutiendo y llegamos a un acuerdo: pipas es punk. llámense poperos cursis, pero, si hay algo ahora que se parezca lo más mínimo a aquello que en el setentaiseis se traían entre manos john holmstrom y legs mcneil, son este tipo de gente: gente que hace canciones deliciosas a partir de tres acordes de guitarra y un casio barato. gente que contagia e inspira tanto que después del concierto fran y yo hablamos sobre ukeleles, ensayos y la búsqueda de proyectos personales realmente ilusionantes. como, por ejemplo, un sello totalmente descontextualizado, anticorriente y memorable como tragadiscos.
pd.: otra cosa que podría justificar un viaje a utrera son las tapas del bar central y una sesión de djnadadora + donnie darker en el coche de vuelta.
qué bonitos son los conciertos tan cercanos e íntimos..te sientes en conexión con le grupo y te parece que están tocando sólo para tí. Yo hace años que no asisto a uno queme llegue tanto
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